miércoles, 27 de octubre de 2010

CIA-NAZIS

 
“Seis meses después de que las Fuerzas Aliadas liberaran los campos de concentración alemanes, se formó un tribunal militar en Nuremberg para procesar a los criminales de guerra nazis. Algunos de los más peligrosos fueron llevados ante la justicia, pero no todos. Más de 4.000 antiguos nazis empezaron a trabajar con el gobierno estadounidense, sin el conocimiento del público, para ayudar a la lucha contra la Unión Soviética. Reinhard Gehlen, un oficial de inteligencia de Hitler, fue utilizado para dirigir el programa de inteligencia de Estados Unidos en Alemania Occidental, con objeto de espiar a los rusos. Al mismo tiempo, antiguos científicos e ingenieros nazis recibieron la bienvenida en suelo americano. En 1998, se aprobó finalmente un proyecto de ley que obligaba a la desclasificación de los documentos relativos al reclutamiento de antiguos nazis. En este programa, investigaremos en los archivos para comprobar si el fin justifica los medios y preguntarnos hasta dónde debería llegar Estados Unidos en lo que se refiere a asociarse con un antiguo enemigo para luchar contra otro.”

Ésta es la sinopsis del documental ¿Conspiración?: La CIA y los nazis, visto en el Canal de Historia el pasado miércoles 9 de abril. Pese a que yo ya poseía cierto conocimiento sobre cómo los dos grandes aliados, los Estados Unidos y la Unión Soviética, se habían beneficiado de los servicios de antiguos nazis para llevar a cabo operaciones de espionaje y contraespionaje durante la Guerra Fría, fue bastante revelador descubrir hasta qué punto ambos países participaron en la Segunda Guerra Mundial para, en realidad, servir a sus propios intereses nacionales y reafirmarse de este modo como potencias político-económicas confrontadas.

¿Quién conocía mejor a los comunistas sino sus enemigos más encarnizados, los nazis? Cuando la Guerra Fría empezó, los americanos no sabían casi nada sobre su nuevo adversario. Las primeras informaciones sobre la Unión Soviética fueron proporcionadas por Reinhard Gehlen, un mayor general de la Wehrmacht que durante el Tercer Reich había sido jefe del espionaje contra los rusos. Gehlen fue reclutado por los estadounidenses en la Operación Paperclip y no tardó mucho en recibir un sueldo fijo al ocuparse de la creación en 1948 de su propio servicio secreto, la ORG (Organisation Gehlen), trasladada a la RDA (Alemania Oriental) en 1956, que contó con la colaboración de muchos veteranos de las SS, la SD y la GESTAPO. Algunos de ellos eran buscados como criminales de guerra, por lo que se les proporcionó identidades y documentos nuevos. El caso más conocido de colaboradores en la ORG fue el ex-jefe de la GESTAPO de Lyon y SS-Hauptsturmführer Klaus Barbie, responsable, entre otros crímenes, de la deportación a Auschwitz-Birkenau de 44 niños judíos procedentes de un orfanato de Izieu, cerca de Lyon. Barbie dirigió redes de espionaje en Francia, Rumanía y Alemania. Cuando se descubrieron sus actividades y Francia exigió su extradición, los estadounidenses lo enviaron a Argentina bajo la falsa identidad de Klaus Altmann. Fue ocultado durante 30 años en Bolivia con ayuda directa de la CIA hasta que, finalmente, Francia logró extraditarlo en 1983 con ciertas irregularidades. Juzgado y condenado a cadena perpetua en 1987 (74 años), murió de leucemia en 1991 (78 años).

Sin embargo, la Unión Soviética también reclutó a antiguos nazis para sus redes de espionaje. Hans Clemens era Hauptsturmführer de la SD (servicio de inteligencia de las SS), juzgado y puesto en libertad en 1949. Su mujer, que vivía en Dresde (Alemania Oriental), le facilitó un contacto con el KGB. A cambio de dinero, Clemens se prestó a infiltrarse en un servicio secreto occidental. Para elló contó con la colaboración del ex-Obersturmführer de la SD Heinz Felfe, también en libertad. Ambos entraron en la ORG de Gehlen como agentes dobles. Además de trabajar para el KGB, algunos oficiales de las SS y de la GESTAPO sirvieron en la policía y en la Stasi (servicio secreto de la RDA o Alemania Oriental) como espías y torturadores.

La CIA silenció el paradero del SS-Obersturmbannführer Adolf Eichmann, uno de los criminales de guerra más buscados por Israel, secuestrado ilegalmente en mayo de 1960 en Buenos Aires por agentes del Mossad (agencia de inteligencia israelí), juzgado y condenado a la horca en 1962. Eichmann fue el encargado de la organización logística para la deportación masiva de judíos (y otros ciudadanos) a campos de concentración y de exterminio. El arquitecto de la llamada “Solución Final” (Endlösung). Afirman que la CIA lo encubrió porque temía que Eichmann diese a conocer el pasado nazi de algunos colaboracionistas de los Estados Unidos en Alemania Occidental durante la Guerra Fría.

27.000 documentos, desclasificados durante los años 80 y 90, atestiguan las relaciones entre la CIA y antiguos oficiales de las SS, la GESTAPO, la SD, así como médicos e ingenieros que trabajaron para el Tercer Reich. Estos documentos demuestran la indolencia y pasividad del servicio de inteligencia estadounidense para capturar a Eichmann y a otros criminales de guerra (Klaus Barbie, por ejemplo). La CIA dio identidad falsa a Eichmann, Ricardo Klement, para que pudiese huir a Argentina. Los documentos muestran también que entre 1949 y 1955 la CIA organizó redes de espías alemanes, como la ORG de Reinhard Gehlen, para que se infiltraran en las zonas controladas por la Unión Soviética y estuvieran de este modo preparados ante la posibilidad de que el régimen comunista decidiese invadir Alemania Occidental. No obstante, los datos que estos nazis aportaron fueron en su mayoría rumores orientados a decir a sus interrogadores estadounidenses lo que querían oír. En realidad, estos fugitivos se aliaron con la CIA solamente con la esperanza de no ser juzgados por sus crímenes, de beneficiarse actuando como mercenarios, o con el fin de seguir con su “programa político” al margen de los intereses nacionales de los EE.UU.

En la citada Operación Paperclip se trasladaron a más de 700 científicos alemanes que estuvieron al servicio del Tercer Reich con el objeto de trabajar para la US Army en investigación de armas químicas, uso de psicotrópicos en tortura y tecnología de cohetes para la carrera espacial. De hecho, la llegada del hombre a la Luna fue posible gracias a científicos nazis como el SS-Sturmbannführer Wernher von Braun, ingeniero aeroespacial, y Arthur Rudolph, ingeniero mecánico, padres de los cohetes V-2 que bombardearon Londres entre septiembre de 1944 y marzo de 1945. Von Braun y su equipo crearon el cohete Saturno V de la NASA, que hizo posible la misión Apolo en julio de 1969. Rudolph era ingeniero en la fábrica de misiles V-2 de Mittelwerk, donde trabajaron alrededor de 50.000 prisioneros procedentes del campo de concentración de Mittelbau-Dora desde 1943. Fue responsable indirecto de la muerte de al menos 20.000 prisioneros debido a las condiciones inhumanas en aquella fábrica subterránea. En cuanto a los médicos alemanes, 23 de los juzgados en Nuremberg fueron acogidos por el servicio secreto estadounidense, y cuatro de ellos eran responsables de practicar experimentos humanos al más puro estilo Mengele.

Tras conocer todo esto, surgen muchas preguntas. ¿Qué deberían pensar los judíos que viven en los Estados Unidos, un país que siempre se ha creído salvador de Europa y que acogió en su seno a tantas familias judías? ¿Qué debería pensar Israel, que ha basado parte de su existencia en la persecución de criminales de guerra nazis como Adolf Eichmann y Josef Mengele, al que jamás pudieron capturar vivo (sí sus restos en 1985, cuya identidad fue comprobada con ADN en 1992)? ¿Qué debería pensar Israel al saber que los Estados Unidos alojaron a 4.000 nazis, entre ellos médicos, científicos e ingenieros, y oficiales tanto de las SS como de la GESTAPO? A pesar de que determinados documentos de la CIA empezaron a ser desclasificados en los años 80, las relaciones diplomáticas entre Israel y los EE.UU. no han variado. Al contrario. ¿Por qué? Seguramente porque por dinero (y quien dice dinero, dice armas y tanques) prefiere continuar traicionando la memoria de los suyos aliándose con semejantes ratas americanas mientras sigue fustigando a Alemania por atrocidades cometidas hace más de 60 años. “Por dinero baila el perro”, dice el dicho popular. Me dan ganas de vomitar sólo de pensar que Israel siga manteniendo negocios con un país que amparó a 4.000 verdugos de su pueblo.

Y luego hablan de organizaciones nazis legendarias como ODESSA, creada supuestamente para ayudar a escapar a miembros de las SS. Y digo “supuestamente” porque todavía no ha habido un sólo documento que pruebe su existencia. Es interesante señalar y volver a insistir en que Adolf Eichmann no recibió apoyo alguno de la supuesta ODESSA sino que fue ayudado por el Vaticano y, después, por la CIA. Del mismo modo, Josef Mengele escapó de Europa gracias a la Cruz Roja. Quizás Mengele debería haberse vendido a los americanos como tantos otros médicos, científicos e ingenieros. Debería haber vendido todos sus informes de los experimentos realizados en Auschwitz-Birkenau a cambio de protección. ¿O quizás ya lo hizo y por eso jamás fue capturado?

En cuanto a Rusia, los soviéticos cometieron crímenes similares a los nazis, y la crueldad de Stalin no tenía nada que envidiar a la de Hitler. Otra cosa bien distinta es que haya ciertos intereses en intentar, si no ocultar, sí minimizar qué sucedió en la Unión Soviética durante el comunismo. ¿Nadie habla de Katyn? Una masacre en la que fueron asesinados 22.000 polacos en 1940 y cuya autoría fue atribuída al régimen nazi por Stalin. Durante décadas se creyó esta mentira hasta que Mijáil Gorbachov, uno de los pocos políticos rusos decentes, aclaró en 1990 la responsabilidad de la Unión Soviética.

Mantengo, y lo haré hasta el fin de mis días, que lo peor que pudo ocurrirle a Europa del Este tras el Tercer Reich fue el régimen comunista. Al menos en Polonia los comunistas no gozan de muy buena opinión (tampoco los nazis, claro está). El régimen de Stalin fue un copycat del modus operandi nazi: toma de poder de Checoslovaquia (invasión del Bloque Oriental en 1968), gulags (campos de trabajo/concentración), matanzas de judíos y polacos, etc. De hecho, las matanzas de judíos ya eran habituales en Rusia mucho antes de la subida al poder de Adolf Hitler en 1933. Así que, ¿quién tomó ejemplo de quién? Ahí están los documentos y las pruebas. Por no hablar de las miles de fichas de ciudadanos espiados, algunos incluso detenidos, torturados y asesinados, por la Stasi, una reformulación soviética de la GESTAPO en la Alemania Oriental.

DA PARA PENSAR.
FUENTE: http://www.facebook.com/topic.php?uid=11199399735&topic=4875